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"La misión de un músico es ser una vía, el camino de expresión de una época"

Entrevista a Mauricio Nugent, director académico de Jazz Jaus

Publicado: 2014-06-30
La academia de música Jazz Jaus acaba de abrir la convocatoria para la nueva temporada de talleres que van del 8 de julio hasta octubre de 2014. Además, hoy lunes 30 presentan un doble concierto de solistas en el Jazz Zone (Av. La Paz, 656, Miraflores). Mauricio Nugent, director académico de esta institución, nos cuenta un poco sobre educación musical, la llegada de Michael League a Lima y el concierto de esta noche.

Entrevista de Renzo Farje.

¿Cómo nació esta escuela?
Su historia parte de un grupo de amigos que se juntó para hacer una banda de jazz. Jazz Jaus es una asociación cultural y una academia de música con más de 10 años de vida. Crearlo e incluso reorganizarlo ha sido un proceso que ha tomado más tiempo de lo normal porque todo siempre se vio del lado artístico. Estamos en la lucha de salir adelante en medio de todas las dificultades de hacer música y sobre todo hacer empresa de la música en un país donde, aunque suene trillado, no tenemos las facilidades para hacerlo.
Pero desde hace unos años podemos hablar de un mercado musical en crecimiento…
Creo que sigue siendo reducido. Hace poco estuvo acá Michael League, el bajista de Snarky Puppy. Lo trajimos nosotros y ofrecimos tres clases maestras muy interesantes a su cargo: de Music Business, Composición de Groove y otra de Composición y Arreglos. League se ha abierto un espacio en el mundo de la música independiente y dejó muy claro que no venía de parte del mundo de la gran industria. Desde esta perspectiva, su análisis en el music business abrió mucho campo e ideas a los chicos que tienen bandas. Durante su estancia aprendió de la situación del mercado musical local y finalmente nos dimos cuenta que no es un mercado tan grande como pensamos a veces. Durante las clases maestras se generó una especie de grupo que ya tiene conciencia de que si quieren que esto crezca, tienen que apoyarse. Este es un mercado muy pequeño, esto no es como Nueva York, y si todos nos escuchamos y no somos mezquinos… si somos uno solo, podremos lograr cosas. Ese fue el mensaje final de la clase de Music Business.
¿Es especialmente difícil para géneros como el jazz?
Yo creo que también para otros géneros. Para la música en general. Él me decía: ¿cuántos lugares hay acá para hacer conciertos? ¿Cuántos sitios hay realmente? Muy pocos. Lugares que están listos para presentar conciertos diarios en Lima. Uno piensa en el Jazz Zone, en el Cocodrilo Verde, quizás unos pocos más. Hay otros lugares dónde tocar pero requieren conseguir todo el equipo de sonido o promocionar mucho para que haya público. No hay una cultura de ir a escuchar música, como sí veo por ejemplo que se está creando una cultura de asistir al teatro. No existe esta costumbre en el público limeño, y digo Lima porque Lima es prácticamente todo el mercado. Arequipa, quizás Trujillo, Cuzco y allí se acabó.
Es cierto, hay lugares que para llenar su programación diaria empiezan a convocar a músicos, pero no son lugares pensados para transmitir música…
Son lugares que no están diseñados para eso [, para conciertos]. Esto afecta la creación de un mercado. Ahora que hay facultades de música, se están preparando profesionales para insertarlos en un mercado que no existe. Se puede ir abriendo espacio, no digo que no, pero no está proporcionalmente bien pensado.
Entonces, frente a esto, ¿qué clase de músicos son los que quieren formar aquí en el Jazz Jaus?
Actualmente que hay facultades de música, el público definitivamente ha cambiado. Los que quieren estudiar música tiene la posibilidad de ir a una facultad y estudiar música contemporánea o clásica. El público de Jazz Jaus es… el común denominador me dice cosas como «yo soy administrador de empresas, pero me encanta la música y siempre quise tocar, pero mis papás no me dejaron ser músico, me dijeron que me iba a morir de hambre». «Yo soy un músico frustrado», ese es el común de los entrevistados. O también gente joven que está estudiando una carrera que no es la que quiso estudiar, empiezan a trabajar y también estudian música.
El problema es que la educación musical se ha visto siempre en este país como algo recreativo…
Tienes dos opciones o haces lo que tu papá dice o como dice Fito: «me fui de casa a tocar rock & roll». Jazz Jaus es un espacio que te dice: «¿Tú quieres hacer música? No hay por qué no puedas hacer música. Ven y hagamos música». Y lo hacemos bien. Si bien no hay presión de pruebas y exámenes, ofrecemos mucho seguimiento. Ves teoría, desarrollas técnica, ensayas y tocas.
¿Cuál dirías que es el beneficio de la educación musical?
El primero es el asunto de la sensibilización. La música, el arte en general, te sensibiliza. Frente a tantas cosas pasan todos los días, uno hasta cierto punto se vuelve indiferente. Pero hay cosas que te tocan de otra manera... La magia que tiene la música cuando escuchas una nota sobre un acorde y percibes cosas distintas, te abres a un mundo que a veces te es ajeno. Pasas con tu carro frente a un bloque de plantas y ni las miras. Pero a veces puedes llegar al punto de asociar el movimiento de las plantas con un ritmo. Y sobre todo aquello que te causa la música frente a tu prójimo: en las clases, ensayos y conciertos del Jazz Jaus hay grupos de personas compartiendo maneras de ver el mundo, nuestras opiniones, y hasta cierto punto aceptando la opinión del otro: cuando agregas algo acá, pone un solo acá, etc.
Cada lenguaje, en este caso el musical, permite comunicar ideas de manera única.…
Cuando doy clases y hablamos de la improvisación, siempre el improvisador novato empieza un tema toca muchas notas y copa mucho el sonido. Yo remito al ejemplo del habla común. En el habla ustedes tiene puntos, comas, espacios, maneras de manejar la voz y hacer sentir lo que quieres decir. En la improvisación es exactamente igual. Uno no puede tocar 5 millones de notas seguidas [en ese momento Mauricio se pone a tararear para ilustrar lo que dice]. La música es un balance entre sonido y silencio. Y hay que tener pausas para que una frase se entienda. Nadie habla como un torbellino.
Ustedes tienen un taller de composición de canción… Me parecía interesante porque la canción es una forma musical que tiene muchísimo tiempo y se ha vuelto la forma musical contemporánea por excelencia.
Ese taller es bien paja, la perspectiva que le hemos dado es interesante. En el taller se trabaja también la letra, parte que está haciendo Omar Camino, un capo en el arte de la décima y el verso. Con él hemos incluido temas de Chabuca Granda, por ejemplo, y estamos dando a los alumnos herramientas para el análisis. En la canción el mensaje es siempre directo y potente: la palabra puede ser una ametralladora, un cuchillo o puede ser una bola de algodón. Y la música también. Se tiene que lograr el balance de la canción en la manera de amalgamar melodía, armonía y letra. Esa unidad es la que transmite el mensaje.
Y es interesante cómo esa estructura en muchos casos se ha vuelto algo fácil.
En la década del 40, del 50, se hizo muy popular esta forma canción a partir de la grabación de discos. Había un material que permitía reproducir, y el hecho de reproducir y repetir, que es lo que hacen ahora las radios, nos dejó por gusto popular la canción de letra y música en el formato que conocemos ahora.
En un comienzo era hacer música para reproducirla, pero ¿no crees que ahora la reproducción ha condicionado la música? Por ejemplo en el hecho de que las canciones de radio de hoy no deben durar más de tres minutos…
Por supuesto. Se ha invertido a partir de la industrialización de la música. Pero la industria finalmente afecta todo, hasta nuestras comunicaciones, hasta el lenguaje. En la música es igual.
Se ve en el lenguaje claramente. ¿esto ha podido calar también en el lenguaje musical?
Yo creo que sí. Como en todo, afecta de manera positiva y negativa. Pienso sobre todo cómo han afectado a la música los formatos tecnológicos y de comunicaciones. En cierta forma los músicos y los melómanos adoramos escuchar una buena calidad de audio. El otro día fui a dictar una clase donde un amigo que tiene un estudio y escuchamos un disco de vinilo de Led Zepellin… ¡cómo sonaba ese vinilo! A lo que voy es que ese vinilo antiguo que hoy es como un dinosaurio es algo maravilloso que se logró en una época de la industria y que ahora se ha degrado un montón. La música se graba graba primero en cinta y siempre vas a degradar el audio para pasarlo a formato digital. Cuando grabas en análogo tienes una alta calidad… para digitalizarlo vas a tener que degradar información para pasarla a unos y ceros. Entonces la calidad de audio de un vinilo y un mp3 es abismal. Pero acá [señala su iPhone] puedo tener 500 discos y ser feliz, cosa que no podría hacer si estuviera cargando mis vinilos por toda la calle (risas).
Con la tecnología vivimos una constante sobreposición de tiempos que muchas veces son ―o serán― conflicto para generaciones anteriores…
Con gente muy cercana a la música no pasa esto, pero sal a la calle y coge 100 jpovenes de 18 o 19 años. Yo no creo que ninguno de ellos haya escuchado un disco completo, porque ahora es la cultura del single, y el single te lo venden en iTunes, y tiene su propio precio. Antes tú comprabas y buscabas el disco… el CD, recién aparecido, costaba un dineral, y tenías que buscar bien quién lo traía. Lo escuchabas, leías el librito y te encantaba saber quién escribió las letras, quién fue el ingeniero de grabación, te vinculabas con todo lo que traía ese disco, las fotos, el planteamiento del diseño visual… todo eso ahora se ha desvirtuado.
Hablando de otro tema, se viene un concierto de solistas del Jazz Jaus.
Todo taller termina con un concierto. Parte de la idea de hacer un buen performance de canto es sentirte identificado con lo que vas a cantar, entonces armamos un repertorio con el que los alumnos se sienten cómodos, eso hace más fácil que incorporen los elementos técnicos que enseñamos. La profesora Larissa Sánchez, hija de la gran Lourdes Carhuas, ayuda a seleccionar propuestas de temas que vienen de los propios alumnos, y elige aquellos que también pueden representar un reto para ellos.
¿En el proceso de formación de un músico, qué significado tiene enfrentar el escenario, enfrentar al público por primera vez?
Yo creo que es como una catarsis, como una liberación. También es superar un reto, saberse capaz de tocar los temas, de demostrártelo a ti mismo. Así estás llegando a completar el círculo de la misión de ser músico: ser una vía, el camino de expresión de una época.
Y como profesor, ¿cómo te sientes al ver a los alumnos obtener logros?
Siento que soy parte de la cadena de todos los grandes maestros músicos que finalmente llegaron a mis oídos y me llevaron a coger el instrumento como si fuese mi armamento y seguir en esta batalla que empezaron ellos. Quizás no sea el gran soldado, pero estoy allí en la batalla por todo lo que ellos nos han legado. Y de alguna manera creo que todos somos parte de ese legado.

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Jazz Zone

El Jazz Zone (Av. la Paz 656, Miraflores) es un bar para conversar, beber y oír buena música en vivo. www.jazzzoneperu.com


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